Había, en cierto lugar, un antiguo caserón habitado por una extraña familia. Día y noche, el viento arrastraba desde esta mansión los gritos y lamentos de un chico. Los vecinos, aterrorizados, la llamaban «la Casa Embrujada».
Estás a punto de conocerla, pero antes una advertencia: jamás le cuentes a nadie lo que has visto. Ten mucha cautela y muérdete la lengua o serás víctima de un horrible infortunio. Y ahora sí… te damos la bienvenida a «la Casa Embrujada»