En un mundo caótico y plagado de demonios, un joven descubre en su interior un poder increíble que le permite luchar contra las amenazas sobrenaturales y dar esperanza a la Humanidad. Ese sería, técnicamente, un resumen de Chainsaw Man de Tatsuki Fujimoto, recién publicado por Norma Editorial. Pero como ya sabemos, casi todo lo que es «técnicamente verdad», es falso en la práctica.
Las vueltas que da el mundo para estarse quieto
Nos encontramos en una Tierra alternativa a finales de la década de los 90, donde aún continua la Guerra Fría entre los bloques de la URSS y los Estados Unidos. Por si fuera poco con esa tensión, se le añade una invasión de demonios devorahombres. Como los medios tradicionales no funcionan, se tiene que recurrir a los cazadores profesionales («devil hunters» en el manga). Una especie de exterminadores de plagas, si bien especializados en entidades sobrenaturales malignas.
Denji es uno de ellos; un pobre chico al que todo le ha salido mal. Incluso «mal» es un eufemismo: está tan abajo en la escala social que tiene que tratar de usted a las pulgas. Su padre murió endeudado hasta las cejas con la yakuza y estos siguen exigiendo el pago, lo que hasta ahora le ha costado un ojo de la cara. No es solo una expresión; ha vendido un ojo, un riñón, un testículo y tiene suerte de que manos y pies se coticen mal en el mercado. Por suerte, cuenta con su demonio-perro Pochita que se convierte en motosierra para ayudarle como cazador.
Todo lo que puede ir mal…
Pero ni eso es suficiente. Un día, le tienden una trampa y Pochita, usando sus últimas fuerzas, se fusiona con Denji para salvarle la vida, aunque a costa de convertirle en un híbrido de humano y demonio: Chainsaw Man. Entonces, tras arreglar cuentas, cortar miembros y vínculos con la yakuza, se aparece ante él la misteriosa Makima que le ofrece unirse al cuerpo gubernamental de cazadores de demonios… o su ejecución.
Ni que decir tiene que Denji acepta porque la vida ha sido muy dura o porque Makima es la chica más guapa que le haya hecho caso. Puede que por ambos motivos al mismo tiempo. En cualquier caso, le toca trabajar con otros cazadores, entre los que están el circunspecto y serio Aki ―que no le soporta― y la efervescente Power ―a la que tampoco le gusta demasiado.
Este no es mi shônen, que me lo han cambiado
La caza de demonios no son combates elegantes y espectaculares, con ataques de energía y rayos que atraviesan a los malos y estallan en explosiones de luz, sino muerte, suciedad y destrucción. Y sobre todo, sangre, muchísima, por todas partes. Las motosierras de Denji no son armas mágicas; cada vez que las usa le cortan la piel. Los enemigos no son chicos guapos con problemas de autoestima como en Naruto o seres con deficiencias alimentarias como en The Promised Neverland. Las luchas son a muerte y de muerte vamos a tener mucha, toda, demasiada en los volúmenes siguientes.
Chainsaw Man, igual que en Guerra de hechiceros, le da una vuelta de tuerca a un género que parecía agotado: el del shônen de peleas. Pero allí donde el dibujo de la obra de Akutami es artístico e impresionante, el de Fujimoto es brutal y abrumador, sin sitio para las medias tintas: miembros cortados, cuerpos expulsando chorros de sangre…
Y la historia es, en cierto modo, un refuerzo del argumento principal: Denji luchando contra demonios. Solo que en este caso los demonios son algo más que tomates con dientes o vampiros. Son los demonios de la soledad, el del abandono, la desesperación, la oscuridad. Son las fuerzas que habían convertido a Denji en un despojo humano y al que irónicamente, pactar con un demonio le convierte en alguien con una misión, una casa, una casi familia. Pero si algo le ha enseñado a nuestro protagonista es que no hay nada gratis, que todo tiene un precio y que «pagar con sangre» no es una figura retórica.
¿Quién se hace cargo de esto?
Tatsuki Fujimoto comenzó como mangaka hace relativamente poco. Su primera obra apareció en 2013 y en 2018 apareció en la Jump+ su primer éxito, Fire Punch (también publicado por Norma). Dice que le gusta leer de todo, como Ensayo sobre la ceguera de José Saramago, y es un gran aficionado al cine. Su objetivo con Chainsaw Man era hacer «un FLCL maligno» (ignoro cómo se puede hacer eso). Como nota curiosa, Yûji Kaku de Jigokuraku trabajó como su asistente durante un tiempo, y aún sigue su obra.
Como ya hemos explicado, su estilo gráfico no es especialmente hermoso y sus diseños de personajes, bastante sencillos. Pero cuando se trata de los demonios y las peleas entre ellos, entonces la viñeta se llena de seres indescriptibles y matanzas brutales.
Chainsaw Man no es para los débiles de corazón, ni gente que busque otro manga de batallas contra el mal. Es violento, caótico y sobrecogedor, pero también emotivo y adictivo. Como los medicamentos, ¡no lo dejéis al alcance de los niños!
Chainsaw Man
Resumen
Un shonen violento, caótico y sobrecogedor, emotivo y adictivo. Si te deja indiferente, no es para ti.