Un ninja condenado a muerte que no acaba de morir. Una verdugo reticente. El elixir de la vida eterna. Asesinos enviados a una misión imposible. Monstruos, sangre, sexo en un paisaje demasiado hermoso para ser verdad… y generalmente, nunca lo es.
¿Qué es Jigokuraku?
Un juego de palabras que une jigoku (Infierno) con gokuraku (Paraíso). Como pone más arriba, es un «paraíso infernal», o un «infierno paradisíaco», pues ambas interpretaciones son posibles. Ahora, yendo al grano, Jigokuraku es el manga de Yûji Kaku. En el Japón del shogunato Tokugawa, un grupo de criminales condenados a muerte reciben una oferta irrechazable: viajar a una isla lejana y conseguir el elixir de la vida eterna a cambio del perdón de sus crímenes. Obviamente, no es tan fácil porque ya se han mandado varias expediciones y no ha vuelto nadie. Al menos, en condiciones de contarlo, de ahí que el shogun haya decidido recurrir a lo criminales más viles, violentos y duros ― y si se pierden, no se pierde nada.
Entre ellos está Gabimaru, célebre ninja casi imposible de matar y de quien se dice que no siente nada.
Además de Gabimaru, hay salvajes, gigantes asesinos, monjes locos, cortesanas caníbales, kunoichis escurridizas, espadachines irritables, bandidos brutales… lo mejor de cada casa, desde luego. Y, para controlarlos, un grupo de miembros del clan Yamada Asaemon, los ejecutores del shogun, capaces de decapitar alguien casi sin que se entere. Entre estos se encuentra Sagiri, enviada a investigar a Gabimaru y ver si sirve para la misión del elixir de la vida eterna… si no le ejecutan antes.
¿Quién está detrás?
Yûji Kaku (Yūji, Yuuji…) es un autor nuevo con una carrera bastante particular, pues comenzó como editor de la revista Shonen Champion de la Akita Shoten. Después decidió crear sus propias obras y se pasó a la Shueisha, comenzando como ayudante de Tatsuki Fujimoto (Fire Punch y ahora Chainsaw Man). Su primera obra, Omoide zeigan («Aduana de recuerdos») se publicó en la Jump Square.II de Shueisha en el año 2009 y su única serie regular hasta la fecha había sido Fantasma, una típica historia de un héroe shônen, con mascota incorporada. Solo tuvo tres volúmenes, ni punto de comparación con los diez que lleva Jigokuraku en Japón, por no hablar del millón de ejemplares (a la hora de editarse el sexto volumen, ahora seguramente sean más).
¿Por qué debería comprarlo?
Porque Jigokuraku es un manga brutalmente hermoso o hermosamente brutal. Las viñetas de Yûji Kaku parecen cuadros y hasta la escena más sanguinolenta tiene una cierta belleza que nos acaba atrayendo. Y no solamente por el valor estético, sino por lo que transmiten. Desde la maravilla de los paisajes al terror al ver las amenazas conocidas y desconocidas de la isla maldita-bendita.
Porque Jigokuraku no es un shônen de ninjas más; no se centra en un solo personaje, sino que Kaku se molesta en cambiar de escena a menudo para presentarnos al resto de integrantes de la aventura para mostrarnos sus personalidades, motivaciones y demás, enriqueciendo la historia. Aunque eso sí, algunos personajes duran más bien poco.
Porque la interacción entre Sagiri y Gabimaru impulsa gran parte del primer volumen. Cuando ambos interactúan saltan chispas (a veces literalmente) porque cada uno ve en el otro algo de lo que carece y que le gustaría tener: determinación, humanidad…
Lecturas alternativas
Seamos sinceros: Jigokuraku comienza presentando una serie de métodos de ejecución con toda su crudeza; no es algo para todos los públicos, ni muchísimo menos (las series de Jump+ son menos contenidas que las de la Shônen Jump).
¿Os gustan las peleas con katanas pero queréis algo menos violento y más ligero? Ya comenzada, pero aun así fácilmente conseguible, Guardianes de la Noche de Koyoharu Gotouge. ¿Más centrado en lo sobrenatural? Gege Akutami y su Jujutsu Kaisen. ¿Más terror, menos ninjas? El niño con los ojos de gato de Kazuo Umezu. Y si queréis ir a los «clásicos», tenéis Naruto de Masashi Kishimoto (o la última obra de este, La leyenda de Hachimaru).