Saint Seiya sin Saint Seiya
Esta reseña se basa en el anime, disponible de la mano de Selecta Visión y en Netflix. Y es un texto muy friki.
A ningún aficionado a la mítica serie de Los Caballeros del Zodiaco se le habrá pasado por alto que las sagas “no canónicas”, es decir, aquellas en las que Masami Kurumada no está al mando, parecen mejores que las del propio autor del manga.
A ningún aficionado a la mítica serie de Los Caballeros del Zodiaco se le habrá pasado por alto que los Caballeros de Oro siempre han sido unos personajes muy queridos y valorados por los espectadores, a quienes siempre les ha quedado un cierto regusto a “no han sido suficientemente aprovechados” (vale, en la Saga de Hades la cosa mejoró un poco, pero rápidamente Kurumada volvió a tirarlos a la basura sin sacarles apenas jugo).
Bien, pues teniendo esto en cuenta, ningún aficionado a la mítica serie de Los Caballeros del Zodiaco debería pasar por alto la existencia de Saint Seiya: Soul of Gold. Una serie que aúna lo anteriormente dicho: resulta más interesante que la propia serie “oficial”, y aprovecha a los Caballeros de Oro.
Dejémonos de tramas, eso lo puede hacer cualquiera, una simple búsqueda en internet te devolverá que, tras morir los Caballeros de Oro derribando con su sacrificio el Muro de las Lamentaciones, resucitan sin que esté claro quién o por qué lo ha hecho, pero que en su recién reestrenada vida tendrán que volver a lidiar con los Guerreros Divinos de Asgard en una nueva misión de justicia y blablabla.
La serie, pese a no ser canónica, respeta mucho la historia original y se esfuerza por encajar a la perfección en la misma, incluso tiene detalles como incluir al final de la intro del último capítulo a Poseidón despertando para así ayudar a los Caballeros de Bronce transportando las Armaduras de Oro, sin olvidar que introduce a personajes de la anterior Saga de Asgard como a la Dama Hilda o a Sigfrid.
Pero, como digo, eso es algo que en realidad seguramente saldría en cualquier artículo típico, y este no lo es, este es un artículo MUY friki, muy para fans de la saga, así que vamos a ver qué ofrece esta serie a un verdadero friki de Saint Seiya.
¿Hace falta decirlo? Los protagonistas son los Caballeros de Oro, los 12, incluso con sus Armaduras Divinas, y eso no era fácil y menos teniendo en cuenta las características de algunos de ellos. Repasemos (ojo, porque aunque no cuente la trama en sí, igual sí destripo algunas de las cosas a través de sus protagonistas, aunque tendré cuidado):
DeathMask de Cáncer: Catalogado como el más débil y siempre apareciendo como alguien muy chungo y malo. Había que redimirlo un poco pero sin pasarse, sin cambiar mucho su forma de ser ni sus limitados poderes.
Afrodita de Piscis: Otro de los “malos”, quien también ha tenido oportunidad de redimirse y de explotar sus particularidades físicas.
Aldebarán de Tauro: Algo humillado en la serie principal tras ser siempre derrotado en todas las sagas, consigue aquí desplegar toda su fuerza.
Milo de Escorpio: Un poco en tierra de nadie, siempre era la segunda opción y se limitaba a completar las tareas de otros. Aquí coge importancia por sí mismo.
Shura de Capricornio: Torturado por su error de actuación para con Aioros, encuentra la oportunidad de pagar por sus pecados.
Mu de Aries: Antaño el sabio y reflexivo, siempre listo a ayudar, pierde un poco ese papel al cobrar importancia Dohko/Viejo Maestro, así que aquí recupera su importancia al estar siempre donde debe hacerlo y no perder de vista lo realmente clave.
Kamus (Kamil) de Acuario: Uno de los favoritos de los aficionados, quizá por eso da la impresión de que tratan de desmitificarlo un poco, aunque al final todo es a causa del honor y su valía como Caballero de Oro no sufre ningún menoscabo.
Dohko de Libra: Un personaje incómodo. ¿Qué hacer con un pozo de sabiduría de más de 200 años y unos poderes que le permitieron sobrevivir a la anterior Guerra Santa? Actúa de guía y está cuando hace falta, sin pisar a otros personajes. Hasta tiene un guiño para con la serie regular y Shion.
Shaka de Virgo: El hombre más cercano a un dios. Tan poderoso que para vencerlo hay que recurrir a técnicas prohibidas. Calmado y reflexivo, también actúa siempre en el momento justo.
Saga de Géminis: ¿Qué hacer con el probablemente Caballero de Oro más poderoso? ¿Aquel que pudo matar al Gran Patriarca/Sumo Sacerdote y que intentó asesinar a la mismísima Atenea? Tranquilos, que demuestra con creces el pedazo de Caballero que es.
Aioros de Sagitario: Posiblemente el personaje más complicado de todos. Si lo tienes de ideal, de modelo a seguir, no puedes bajarlo del pedestal, porque en cuanto lo haces se convierte en humano como los demás y es susceptible de cometer errores como todo el mundo. Pues también han sabido manejarlo con precaución para que siga teniendo su estatus de Caballero de Oro que representa todo lo que un Caballero debe ser.
Evidentemente, me dejo a Aioria de Leo, pues es claramente el protagonista y poco hay por tanto que decir salvo que a veces se hace casi tan cansino e insoportable como Seiya (salvando las distancias, claro, Seiya es un límite absoluto del universo).
¿Os parece poco? Pues atención al que sin duda es el minuto de oro de la serie (nunca mejor dicho), el que va del 5 al 6 del último episodio. Nada más y nada menos que una conversación entre Aioros y Saga. Sí, entre los dos antagonistas, entre los dos personajes que inician la serie, los dos candidatos a suceder al Gran Patriarca/Sumo Sacerdote, los dos Caballeros que dan origen a la historia del manga clásico. Aún tengo los pelos como escarpias. Eso sí, aunque soy un firme defensor de los seiyuu japoneses, en este caso concreto es mejor ver esa conversación en español (un doblaje también muy bueno), ya que si no esta escena (y muchas otras de la serie) casi parece más el diálogo entre dos japos que están cagando en compartimentos contiguos.
En serio, la serie está bien, la historia es razonablemente buena, la música está a la altura, y su corta duración la hace asequible. Incluso cuando en el episodio 12 parece que todo va a terminar al más típico estilo Saint Seiya en el que al final el protagonista vence contra todo pronóstico y lógica, resulta que la serie no tiene 12 capítulos sino 13, y en este caso ese número está muy lejos de ser el de la mala suerte.
Y si la serie está bien en general, un fan de Saint Seiya la termina con un par de lágrimas, un par de orgasmos, o todo junto. Garantizado.