Io Sakisaka se ha distinguido por narrar con una inocencia natural el descubrimiento de los primeros amores de secundaria. En Sakura, Saku («Florecen los cerezos») esta autora vuelve a enamorarnos con su consabida fórmula de enredos sutiles.
La historia nos presenta a Saki Fuyigaya una chica de cabello corto, que queda entusiasmada con la idea de ser amable con los demás, a raíz de conocer a un chico que la ayuda desinteresadamente antes de ingresar al instituto. En la ceremonia de ingreso al nuevo colegio, conoce a Haruki Sakura, de quien ata cabos y lo relaciona con el chico del que está enamorada, pues es el hermano aquel joven amable que recuerda.
Saki pedirá a Haruki que le apoye en entregar una carta de confesión a su hermano mayor, quien se rehúsa de inicio, pero que con el paso del tiempo hará todo los posible por ayudarla a declararse. Este encuentro fortuito se convertirá en el primer deseo por experimentar el amor, por lo que, sin darse cuenta, Saki y Haruki emprenderán una búsqueda por ser correspondidos en un amor que recién florece entre ellos.
En el camino se topará con que el amor no puede estar contenido en una idealización de una persona desconocida, sino en que la amabilidad es palpable en la persona que está más cerca de ella, quien decididamente le ha apoyado en confrontar sus sentimientos y hacer su primera declaración de amor, su ahora amigo y compañero de clases.
Sakisaka ejerce su oficio de narradora con elegancia y delicadeza, al igual que en otras entregas nos ofrece como protagonistas chicas inocentes, soñadoras, de ojos luminosos y expresiones suaves. Mientras que su protagonista masculino es un chico maduro, amable, que poco a poco desarrolla sus propios sentimientos y es consciente de ellos, sin rodeos y con intenciones claras se aproxima hacia la persona que le gusta, sin dejar de ser considerado con los demás.
Argumentalmente, algo que podría considerarse un pequeño cliché en la obra de esta autora, es el ir venir de los personajes que suelen caminar en cuartetos, planteando escenarios prediseñados para que todo se preste a malos entendidos. Todo ello con la intención de que los personajes secundarios puedan desarrollar sentimientos por los protagonistas, sin que estos sean correspondidos, y que a su vez existan algunos desengaños, que habrán de resolverse a lo largo de los tomos, como si por temor a lastimar a otros fueran incapaces de ser sinceros.
Este defecto argumental puede ser considerado una fortaleza por los fans asiduos a las obras románticas de la autora. Sin embargo, también puede convertirse en el pie del cual cojea la mangaka, ya que los conflictos suelen ser reiterativos en algunas de sus tramas.
En relación al arte, al igual que en sus obras anteriores el dibujo de la mangaka es uno de los puntos a destacar. El diseño de personajes es muy bonito, mientras que la acción se desenvuelve en atmósferas luminosas. La artista demuestra su tratamiento del color en las panorámicas que trabaja para la revista Betsuma, las cuales suele elaborar en una base de acuarela con retoques digitales, lo que deja un sentimiento aún más transparente y delicado en el lector, ya que refleja el ánimo de la obra.
Sakura, Saku es un shojo que vale la pena leer por la dulzura y sutileza con que retrata los primeros amores, aquellos más inocentes que se desenvuelven en los entornos donde la amistad es el primer componente.
Este título tiene grandes posibilidades de ser licenciado, dada la gran aceptación del público por las obras de la autora, así como por lo bien que han resultado las licencias anteriores de Sakisaka en español, por lo que no dudamos que Ivréa, tarde o temprano se haga con este bonito título.
